SEBASTIN MURIEL GOMAR
Se trata de doce historias mitad ficción, mitad realidad. Doce historias independientes en las que algunos personajes me identifican, pero solo parcialmente.
El primer relato, La bruja de Alcaracejos, está inspirado en un título de Camilo José Cela. Él solo puso algo del título. Lo demás es cosa mía. En realidad son dos historias en una. En la primera hago pasar a don Camilo por Alcaracejos en donde juega una partida de dominó. En la partida con los vecinos, uno de ellos cuenta la historia de la bruja.
El segundo es un relato corto. En él se pone de manifiesto la terca voluntad de un naranjo de crecer inclinado. En el de la escalera, tercera narración, quiero poner de manifiesto la crueldad del azar, como el destino tiene una fuerza atroz y determinante en nuestra vida. En el cuarto se reflejan muchas de las circunstancias vividas por un maestro de barrio. Aquilino, personaje central, es el prototipo de niño mimado en exceso y las nefastas consecuencias que trae considerar a un adolescente como el emperador de la casa.
Siguiendo con la pedagogía llegamos al quinto relato donde el teléfono móvil es el hilo conductor aparte de un tirano tecnológico que, peligrosamente, puede llegar a limitar la convivencia. El sexto intenta contar un sueño. En el séptimo, la lavadora, podría considerarse como un cuento para niños. Cuento sacado de mi entorno familiar próximo. Estoy seguro que alguien se va a identificar con la historia.
El octavo expone una experiencia personal de mi niñez modificada por el tiempo. Columnas de esta historiada crónica son la curiosidad y la inocencia de los niños. El autobús es un relato extraño, podría ser ufológico, basado en la historia real de una sobrina. En décimo lugar están Manuela y Miguel, relato real algo novelado- que cuenta lo acontecido a la pareja en la horrorosa Guerra Civil de 1936.
El patio es una descripción vital inspirada en este popular espacio de Córdoba ciudad. Un muchacho de pueblo se va a la capital para trabajar y el ventanuco de su sencilla vida se transforma en una inmensa balconada. Para terminar, en La Confesión se recogen pensamientos y dudas sobre la religión y otras cuestiones durante la pandemia del Covid19.
El resultado, en conjunto, resulta entretenido y de fácil lectura. Hay relatos largos, medianos y cortos. La lectura no tiene que ser correlativa. Cada relato tiene su principio y su final. El orden expuesto en el libro puede ser alterado sin problema.